
El descubrimiento se produjo cuando la pareja regresaba al santuario en su migración anual desde la Rusia Ártica. El cisne macho, llamado Sarindi, llegó volando sin su pareja de dos años, Saruni. En su lugar le acompañaba una nueva hembra, por lo que los expertos dedujeron que Saruni estaba muerta. Su sorpresa fue verla llegar poco después con otro macho. Tras observarlos durante unas horas, concluyeron que Sarindi y Saruni habían “terminado su relación” y que cada uno había “seguido con su vida”.
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